Los hábitos de sueño varían en la adolescencia, pero en algunos casos esos cambios se relacionan con un tipo de alteración en su ciclo circadiano. Uno de ellos es el síndrome de retraso de fase.
¿Qué es el síndrome de retraso de fase?
Es una alteración del ritmo del sueño. Se caracteriza porque el ciclo sueño/vigilia se retrasa con respecto al ciclo día/noche externo, manifestándose por insomnio a la hora de acostarse, iniciándose el sueño más tarde, al menos una hora después de lo deseado y, como consecuencia, dificultad para despertarse por la mañana.
Este síndrome suele manifestarse entre los 11 y 18 años, afectando entre el 7 % y el 16 % de los adolescentes.
¿Qué síntomas podemos observar?
El inicio y la finalización del sueño están retrasados con respecto a los horarios de sueños convencionales. Por ejemplo, si el joven debe acostarse a las 9:00 de la noche para levantarse a las 5:00 de la mañana y así dormir sus ocho horas, lo más probable es que se duerma a la medianoche, trayendo como consecuencia que le cueste despertarse.
A pesar de la dificultad para iniciar el sueño, una vez que éste comienza, es de características normales. Además, podemos observar que, si se acuesta a deshoras, las que coinciden con su ritmo natural, se duerme enseguida. En el verdadero insomnio de conciliación, la dificultad para quedarse dormido sucede de forma independiente a la hora en que se acueste.
Como no duerme lo suficiente, durante el día aparecerá somnolencia, pudiendo también presentar fatiga, escaso rendimiento escolar y disminución de la atención y, en algunos casos, estado de ánimo decaído, irritabilidad y tristeza o trastornos de conducta como agresividad.
Cuando se le deja dormir libremente, como en los fines de semana, el tiempo de sueño es normal y el niño se suele levantar descansado.
¿Cuál es la causa?
No se conoce bien. Se sabe que es más frecuente en niños y adolescentes que en adultos y que suelen existir antecedentes familiares. Es una alteración del ritmo circadiano (ciclo vigilia/sueño), lo que produce que se sientan más dinámicos al final del día. No ocurre por preferencias sociales o sobrecarga de actividades escolares.
¿Cómo se diagnostica este problema?
Si notamos alguno de los síntomas previamente mencionados o nuestro hijo tiene dificultades, recurrentes y prolongadas en el tiempo, a la hora de conciliar el sueño es importante consultar con un médico del sueño o pediatra acerca de ello. Los especialistas indagarán acerca de los antecedentes familiares, realizarán una historia clínica para determinar la magnitud del problema, solicitando en algunas ocasiones que el niño o adolescente rellene una agenda del sueño, para identificar patrones y comportamiento del menor ante el sueño y sus hábitos de descanso.
¿Qué tratamiento hay para este problema?
En primer lugar, lo que llamamos medidas de higiene de sueño:
- Cumplir horarios regulares para ir a la cama y levantarse por las mañanas, también fines de semana. No conviene dejarlos dormir mucho el fin de semana. Se les puede dejar un par de horas más de sueño, pero si se levantan a mediodía es difícil corregir el problema durante la semana.
Evitar las siestas largas (máximo 30-45 min).
- Hacer ejercicio físico diario es bueno, pero no cerca de la hora de dormir. Al final del día evitar la excesiva actividad física y la exposición lumínica (TV, ordenador, móvil, Tablet, etc.)
- Evitar las bebidas con cafeína, sobre todo a partir de mediodía.
- Antes de acostarse realizar una rutina como un baño caliente o alguna actividad relajante.
- Dormir solo cuando hay necesidad de ello. Si no puede conciliar el sueño, levantarse a leer tranquilamente. Comprender que la cama es para dormir, no para ver TV, comer, estudiar o usar teléfono…No debería haber TV en el dormitorio.
- Incrementar la exposición a la luz solar por la mañana.
- Es bueno enseñarles a relajarse y expresar las emociones. Hablar con el adolescente sobre la importancia del sueño y las repercusiones negativas que puede tener el no dormir bien. Los padres deben dar ejemplo con una buena higiene del sueño.
- Se debe favorecer en el hogar el ambiente tranquilo en las últimas horas de la tarde.
Hay otros tratamientos, pero los debe indicar el pediatra o médico del sueño. Estos son: la cronoterapia, fototerapia (exposición a la luz), fototerapia y ejercicio físico matutino o un fármaco llamado melatonina. Así que, si a pesar de mantener una buena higiene de sueño, persisten las dificultades a la hora de dormir, no dudes en comentárselo a tu pediatra.
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