Los ganglios inflamados en el niño suelen generar preocupación en las mamás y los papás, y es un motivo habitual de consulta en pediatría. Sin embargo, en la mayoría de los casos no debe de asustarnos. Los ganglios son como unos centinelas que se ponen en guardia cuando algo no funciona en el organismo, aunque se trate de un trastorno sin importancia.

¿Qué son los ganglios?

Los ganglios son estructuras normales que forman parte del sistema linfático. El sistema linfático es una red de vasos, más pequeños que las arterias y las venas, con unas estaciones intermedias en su recorrido, llamadas ganglios. Los ganglios contienen, entre otros componentes, células del sistema inmune, encargado de las defensas de nuestro organismo. Están distribuidos por casi la totalidad del cuerpo, si bien se agrupan más en algunos lugares, tales como las ingles, las axilas o el cuello.

Ganglios

En condiciones normales son fácilmente palpables en niños, sobre todo en el cuello. Son pequeños, habitualmente de menos de un centímetro de diámetro y con mucha frecuencia del tamaño de una lenteja, de consistencia blanda y son móviles. Cuando se inflaman, pueden alcanzar como mínimo el tamaño de un guisante, y es posible palparlos bajo la superficie de la piel, sobre todo en el cuello y la ingle.

Su deber principal es proteger el organismo de posibles infecciones, produciendo anticuerpos necesarios para contrarrestarlas. De esta manera, cuando hay una infección en la proximidad, los ganglios linfáticos se activan para contrarrestar la acción de los agentes infecciosos y, por este motivo, se inflaman.

¿Es lo mismo un ganglio que una adenopatía?

GangliosLas adenopatías son los ganglios que han aumentado de tamaño o que la consistencia o la apariencia no es la habitual. Un ganglio normal es menor de un centímetro, blandito, móvil, no está fijo, no duele, es del mismo color que la piel del cuello y no aumenta de tamaño.

Hablamos de adenopatía cuando aumenta de tamaño o cuando es de consistencia dura, cuando está fija y no somos capaces de desplazarla con nuestros dedos o cuando duele y la piel se pone enrojecida y caliente.

¿Cuáles son las causas de que se inflame un ganglio?

No hay que olvidar que el organismo del niño es muy rico en tejido linfático. Por lo tanto, es inevitable que los ganglios inflamados sean un fenómeno frecuente. Y es que los pequeños presentan respuestas inmunitarias más evidentes y tienden a enfermar más que los adultos, con repetidas infecciones bacterianas, sobre todo, entre el año y los cuatro años. Asimismo, los ganglios linfáticos inflamados pueden ser más o menos perceptibles al tacto en función de la delgadez del niño.

GangliosEs menos frecuente en los bebés pequeñitos, pero es muy normal percibirlos engrosados en los más mayorcitos, de entre dos y 15 años, que han sufrido una infección. Es la prueba de que su sistema inmunitario reacciona. Los ganglios que más se inflaman en la edad pediátrica son los de la cabeza y el cuello. Las infecciones, tanto víricas como bacterianas, son la causa más frecuente en niños.

Si bien en este caso las adenopatías son transitorias, dado que los niños padecen numerosos episodios de infecciones respiratorias superiores (catarros, faringitis, amigdalitis, otitis, sinusitis) durante los primeros años, es frecuente que puedan presentarlos de forma continua, en ocasiones durante varios meses o años, la mayoría en la regiones
laterales del cuello.

El resto de las causas son mucho menos frecuentes: infecciones por hongos o parásitos, enfermedades inmunes, endocrinológicas (hipotiroidismo, déficit de corticoides…), enfermedades reumatológicas (lupus eritematoso, artritis reumatoide), vasculitis (enfermedad de Kawasaki), tumorales (linfomas, leucemias, metástasis tumorales) o algunos fármacos.

¿Cuáles son sus síntomas?

En el caso de las infecciones virales, la hinchazón de los ganglios linfáticos puede alcanzar los tres centímetros y retroceder 2-4 semanas después. En cambio, las infecciones provocadas por bacterias causan hinchazones de mayor tamaño y consistencia. Si la piel que cubre el ganglio linfático está enrojecida o dolorosa, significa que la inflamación no está bajo control y probablemente el ganglio contiene pus.

Ganglios

¿Cuál es el tratamiento?

La inflamación de los ganglios no es una enfermedad en sí, sino el signo que indica la presencia de una infección o la reacción del organismo en el caso de una lesión. Por tanto, es importante informar al pediatra de la localización y el tamaño de los ganglios y, según el caso, realizar los tratamientos adecuados.

 

Una vez revisado por vuestro pediatra os dirá si es necesario tratamiento o no. Si como hemos comentado son consecuencia de procesos virales y no hay ningún signo de alarma, seguramente vuestro pediatra solo os pautara tratamiento sintomático para el proceso que este cursando en ese momento vuestro hijo (faringitis, otitis, catarros, etc). Si por el contrario sospecha que esa adenopatía pueda estar sobre infectada (si esta rojo, grande, caliente y doloroso o el niño tiene mal estado general), os pautara tratamiento antibiótico. O, en caso de
necesitar más información, puede ser que os indique realizar una analítica sanguínea.

¿Cuáles son los signos de alarma?

Si bien la mayoría de las enfermedades que producen adenopatías son benignas, han de tenerse en cuenta una serie de características en los ganglios que han de alertarnos.

Las más importantes son:

Ganglios

  • Cuando la consistencia del ganglio es muy dura, como la de una piedra.
  • Cuando no son móviles.
  • Un tamaño grande, mayor de tres centímetros y progresivamente creciente.
  • Si aumenta de tamaño en 2 semanas, no disminuye en 4-6 semanas o no desaparece en 8-12 semanas.

 

  • Si aparecen de forma generalizada, por todo el cuerpo.
  • Si tiene signos inflamatorios, es decir, está rojo, grande, caliente y doloroso.
  • SI van acompañados de pérdida de peso, fiebre prolongada, dolores generalizados o palidez.
  • Si están ubicados en la zona supraclavicular, es decir, justo encima de la clavícula: estos ganglios hay que estudiarlos siempre.

Y recordad, ante cualquier duda consulta con tu pediatra para que pueda realizar una valoración individualizada y un seguimiento evolutivo, así como indicar tratamiento si lo precisa.

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