¿Qué es la tartamudez?
La tartamudez es un trastorno del ritmo del habla que se caracteriza porque el niño repite frecuentemente y prolonga sonidos, sílabas o palabras.
Cuando los niños son pequeños (entre los 2 y los 5 años) y están en la fase de desarrollo del lenguaje es normal que les falte cierta fluidez al hablar y cometan errores. Por ello, para referirnos a los niños que no mantienen una fluidez normal del habla se prefiere el término disfluencia. Cuando esa disfluencia está acorde con la madurez del niño, nos referimos a ella como disfluencia evolutiva. Por el contrario, debemos reservar la etiqueta tartamudez para aquellos niños que se salen de la norma y presentan disfluencias atípicas y que es muy probable que se cronifique y las mantengan en el futuro.
¿Es muy frecuente?
Alrededor del 5% de todos los niños disfluencias durante alguna etapa de su vida. En la mayoría de los niños esta alteración del lenguaje desaparece de forma espontánea antes de los 3-6 meses. Sin embargo, hasta un 20% (lo que supondría un 1% de la población adulta) puede continuar con tartamudez persistente hasta la vida adulta.
¿Por qué se produce?
No se conoce la causa de la tartamudez. Puede aparecer en todo tipo de personas, sin que tenga relación con la inteligencia, problemas psicológicos o de personalidad.
Hay algunos factores que predispondrán a padecer la tartamudez, como por ejemplo si hay antecedentes familiares, si es varón, si las disfluencias se prolongan más allá de 12 meses o si asocia algún otro trastorno del habla.
¿Cómo se diagnostica? ¿Cuáles son los síntomas?
Si tenemos sospechas lo mejor será que lo revise vuestro pediatra para poder determinar si precisa valoración y tratamiento por parte del logopeda o si corresponde con una disfluencia evolutiva, para diferenciar ambos casos nos podemos guiar por las siguientes características:
Disfluencias evolutivas: suelen durar algunas semanas o meses, pero nunca más de 12 meses y una vez que desaparecen no vuelven a aparecer. Se caracterizan por la repetición de sílabas o palabras (normalmente no más de dos veces). A pesar de la falta de fluidez al hablar, no muestran signos de tensión. No existen conductas de evitación ni realizan movimientos extraños al hablar.
- Disfluencias atípicas o tartamudeo infantil: persisten más de 12 meses. Pueden ser intermitentes, es decir, que una vez superadas reaparezcan al cabo del tiempo. Además de repetir sílabas y palabras, aparecen prolongaciones de sonidos y bloqueos al hablar. Cuando hablan están claramente en tensión. Evitan hablar ante ciertas situaciones o personas y pueden realizar movimientos asociados al hablar, sobre todo con la cara, los ojos y el cuello, como si fueran tics.
Es muy importante realizar un diagnóstico precoz, ya que así se puede iniciar un tratamiento que facilite la remisión o reducción de los síntomas, así como evitar las consecuencias en la comunicación y, también, en el ámbito emocional y social.
¿Cuál es el tratamiento?
Un niño que tiene dificultades en el habla debe recibir tratamiento por un profesional especializado en trastornos del lenguaje, en general un logopeda con experiencia en niños, ya que al fin y al cabo es el profesional sanitario más indicado para la prevención, evaluación y recuperación de los trastornos del lenguaje.
En el caso de que el logopeda lo considere necesario, establecerá un plan terapéutico individualizado para cada niño y edad. Con los niños pequeños el tratamiento es sobre todo con los padres, con juegos, sin exigir ni forzar. Además, ayudará a los padres a saber cómo actuar y hablar con el niño, cómo manejar las situaciones. Con los niños mayores el tratamiento se hace directamente con ellos, entrenándolos en técnicas de control del habla.
Además de contactar con un profesional que os ayude, vosotros como padres podéis ayudar a vuestros hijos reduciendo situaciones que puedan desencadenar la tartamudez, siendo pacientes y no interrumpiendo prematuramente lo que están diciendo y si vuestro hijo es consciente del problema hablar sobre lo que pasa de forma positiva.
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