¿Qué son?

Los tubos de drenaje timpánico, también conocidos como tubos de timpanostomía, tubos de ventilación o tubos para los oídos, son unos dispositivos que se colocan con bastante frecuencia en niños para evitar problemas habituales en el oído como las otitis de repetición.

Los hay de diferentes materiales y diferentes formas, generalmente en diábolo o cilindro, y se colocan en la membrana del tímpano mediante una sencilla intervención quirúrgica.

¿Cuándo y por qué se colocan?

La colocación de tubos de drenaje timpánico es más común en niños, ya que sus trompas de Eustaquio (que conectan el oído medio con la parte posterior de la garganta) son más pequeñas y pueden obstruirse más fácilmente, lo que aumenta el riesgo de infecciones del oído medio.

Estos tubos de drenaje se colocan para tratar ciertos problemas del oído medio como otitis de repetición, otitis serosa, disminución de la audición por causas obstructivas o problemas de ventilación del oído medio por alteraciones anatómicas.

Su misión es mantener abierta una comunicación en el tímpano, permitiendo el drenaje de moco o pus si lo hubiera y la ventilación del oído medio.

Las causas más frecuentes de poner drenajes timpánicos son:

  • Otitis de repetición, en la que el paciente presenta infecciones frecuentes. El número de infecciones necesarias para indicar drenajes varía en cada caso, pero una otitis al mes durante tres meses empieza a ser indicativo de necesidad de una valoración.
  • Otitis persistente, en la que el paciente presenta una otitis que no responde al tratamiento con antibióticos; si el pus persiste en el oído, es aconsejable drenarlo.
  • Moco en el oído. Tras una otitis, lo primero que desaparece es la infección, pero el oído queda lleno de moco, lo cual produce una pérdida de audición (como los oídos tapados). Lo normal es que, en el plazo de unas semanas, ese moco se elimine y el oído se recupere. En algunos casos, ese moco permanece en el oído. Si pasados dos o tres meses no conseguimos eliminarlo, es aconsejable drenarlo ya que mientras esté en el oído no se oye bien y si permanece mucho tiempo puede provocar lesiones en el tímpano y/o en el oído medio.

¿Cómo se colocan los tubos de drenaje?

El procedimiento es muy sencillo y se trata, generalmente, de una breve intervención quirúrgica que se realiza bajo una sedación o anestesia general para que se estén quietos durante la intervención; suele durar unos minutos y casi siempre es ambulatoria (no requiere ingreso). El alta se suele dar en el mismo día siempre que la anestesia se elimine correctamente y no haya ningún problema.

Con la ayuda de un microscopio los drenajes se colocan en el tímpano mediante una pequeña incisión en la membrana timpánica. Tras la incisión se limpia y drena las secreciones que muchas veces se acumulan tras ella y se coloca y fijan los tubos de drenaje en esta membrana para mantenerla abierta, permitiendo que los fluidos se drenen más fácilmente, y se mantenga siempre ventilada. Los tubos se pueden colocar en ambos oídos si es preciso.

Como todo ello se realiza a través del conducto auditivo, no vamos a observar externamente ninguna herida. Sí puede ser que veamos algún resto de sangre o secreciones en la parte más externa de los conductos o en las orejas.

Tras la colocación de los tubos, el niño recuperará la pérdida auditiva si la había tenido, prevendrá nuevas otitis y evitará adherencias y erosión de la cadena osicular.

¿Es necesario algún cuidado especial tras su colocación?

No es necesario cuidados especiales salvo evitar la entrada de agua en el oído mientras los tubos estén colocados, puesto que podría pasar fácilmente al oído medio y provocar una infección.

Por tanto, hay que prestar atención en la ducha a la hora de lavar el pelo y hacerlo poco a poco para evitar entrada de agua, pero sobre todo se debe ser más cuidadoso con el baño en el mar, piscina o lagos. Para estas actividades se suele recomendar utilizar tapones hechos a medida, ya que el peligro de entrada de agua es mucho mayor y se trata de un agua más contaminada.

Así mismo, al salir del agua, se debe secar con cuidado la cabeza del niño y después retirar los tapones, secando suavemente la parte externa de la oreja con una toalla limpia.

Por lo demás, el niño puede hacer vida normal tras la intervención. Es una cirugía que no suele provocar dolor y de la que se recuperan completamente en pocas horas. Si el niño presenta dolor se puede dar Paracetamol o Ibuprofeno en las dosis recomendadas por tu pediatra.

En ocasiones, según la evolución o síntomas, tu pediatra u otorrino pautará un antibiótico al niño, ya sea por vía oral o de forma tópica en gotas.

Si durante el tiempo en el que el niño tiene los drenajes se observa que sale algún tipo de secreción por el conducto auditivo, esto significa que los tubos están cumpliendo con su función, especialmente si está con catarro con moco nasal esos días. Si tiene fiebre o dolor de oído o se observa que la secreción tiene un color extraño o huele mal, es aconsejable acudir al pediatra para su valoración.

¿Cuánto tiempo permanecen colocados?

Los tubos de drenaje suelen durar entre tres y nueve meses, produciéndose su expulsión de forma natural en la mayoría de los casos, siendo lo más frecuente que lo hagan en los primeros 6 meses.

Durante ese tiempo es aconsejable hacer revisiones por el otorrino o tu pediatra cada dos o tres meses para comprobar que siguen en su sitio o que no se hayan obstruido por pus seco o cera, ya que si se obstruyen es como si no estuvieran puestos y pueden aparecer retenciones de líquido en el oído e incluso otitis. Una vez que el tímpano los expulsa salen solos o pueden ser retirados con pinzas.

Cuando esto ocurre, el otorrino valora si es necesario volver a colocarlos no. Dependerá de la razón por la que se pusieron y si persiste la causa, siendo en ocasiones necesario colocar algún dispositivo de mayor duración. Los drenajes de permanencia larga se suelen mantener de tres a cinco años.

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