Todos nosotros tenemos una membrana situada bajo la lengua que la une al suelo de la boca y permite que se mueva. Generalmente, el crecimiento de este frenillo va acorde al de la lengua, pero puede pasar que esto no sea así, quedándose el frenillo sublingual corto o incluso que desde el nacimiento ya se presente demasiado corto, dando lugar a los problemas que ahora comentaremos. Esto se conoce como anquiloglosia, y en el post de hoy hablaremos de sus síntomas y como solucionarlo.
¿Es muy frecuente?
Según la Asociación Española de Pediatría (AEP) esta patología afecta a entre el 1,7 y 4,8 por ciento de los recién nacidos siendo tres veces más frecuente en los niños que en las niñas.
En algunos casos, otros miembros de la familia lo han padecido también.
¿Qué problemas puede acarrear?
Como consecuencia de este acortamiento, los bebés pueden tener problemas en la lactancia al no poder succionar adecuadamente. Sin embargo, no todos los niños con frenillo corto tienen dificultades para amamantar, ya que en algunos la elasticidad del frenillo o las características de la boca le permiten succionar y extraer la leche adecuadamente.
También, como comentaremos, puede tener problemas en la pronunciación a la hora de empezar a hablar, por lo general, más detectable a partir de los 2 años, que es cuando comienzan a hablar de forma más fluida.
¿Todos los frenillos son iguales?
Existen distintos tipos de anquiloglosia, en función de si el frenillo es más membranoso o fibroso, o si se sitúa en una parte más anterior o más posterior, o si hay una fusión parcial o total con el suelo de la boca (aunque este caso es muy raro).
Respecto al frenillo sublingual, hay diferentes tipos, siendo el más común el que llega hasta la punta de la lengua. También existe el frenillo submucoso, que no se ve a simple vista, pero ancla la lengua al suelo de la boca dándole una forma de cuchara.
¿Cómo se observa si tiene frenillo?
Podemos comprobar si nuestro pequeño tiene el frenillo lingual corto (o anquiloglosia) si observamos que le cuesta empujar la punta de la lengua fuera de los dientes o si cuando lo consigue, la lengua se curva.
Respecto a la lactancia podríamos observar dificultades como:
- No consigue mantener un buen agarre al pecho.
- Las tomas son muy largas y el bebé se cansa.
- Incapacidad para ingerir suficiente cantidad de leche y por consiguiente, lenta ganancia de peso.
- A veces, mientras el niño amamanta, puede escucharse un chasquido lingual, por la pérdida del vacío.
En la madre que amamanta también podría producir diferentes problemas como:
- Grietas en el pezón de la madre por la fricción y la excesiva presión que habrá dentro de la boca del pequeño.
- Mastitis.
- Sensación de baja producción de leche, ya que el niño mama mucho tiempo.
- Hipogalactia: pobre producción de leche
- Destete temprano.
¿Qué consecuencias a largo plazo puede presentar un niño con frenillo corto?
A medio y largo plazo, la anquiloglosia también puede producir otros problemas:
- Puede influir de forma negativa en el correcto desarrollo de la estructura maxilofacial (como pueden ser el paladar o los dientes)
- Puede dar lugar a problemas en la articulación de los diferentes fonemas, que repercutirá en la correcta pronunciación de los sonidos.
¿Es necesario tratamiento?
En primer lugar, un profesional cualificado debe hacer una cuidadosa valoración de la lactancia, en concreto de los movimientos de la lengua y de cómo hace el bebé la toma.
Es necesario valorar el grado de anclaje que sufre el bebé para determinar si realmente es necesaria la operación, y no se puede resolver con otras estrategias de apoyo a la lactancia.
En el caso de que la anquiloglosia complique la lactancia y no mejore modificando la postura de enganche o sea el causante de alteraciones en la pronunciación en niños más mayores, el tratamiento es quirúrgico.
Este procedimiento quirúrgico que se denomina frenectomía o frenulectomía y consiste en cortar el frenillo con bisturí o tijeras (cirugía convencional) o láser.
Una vez indicada por ser la mejor opción, la cirugía debe efectuarse lo antes posible para evitar más complicaciones y que el amamantamiento continúe. Es un procedimiento muy sencillo y los resultados son inmediatos.
El frenillo es una membrana muy poco vascularizada y sin inervación, por lo que, si el corte se realiza por un profesional con experiencia, el bebé apenas sangra y no le duele. En la gran mayoría de ocasiones, inmediatamente después de realizar el corte el bebé ya puede mamar de forma normal. En los casos de niños más mayores o si es un frenillo más complicado, sí suele realizarse en quirófano con anestesia.
Como conclusiones…
Como hemos dicho, lo fundamental será valorar cada caso para elegir el mejor tratamiento o intervención. Recordad que no todos los frenillos cortos causan problemas; si un bebé gana peso de forma adecuada y la madre no tiene problemas al amamantarlo, ni dolor, podría adoptarse una postura expectante y no realizar ninguna otra intervención.
Si, por el contrario, las complicaciones del frenillo se detectan más adelante por problemas de pronunciación, será recomendado acudir a un logopeda para que valore el mejor tratamiento, que en ocasiones será la intervención quirúrgica, pero en otras ocasiones podrá solucionarse con un tratamiento conservador con los ejercicios indicados.
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