¿Qué es la anemia?
Hablamos de anemia cuando los glóbulos rojos (también llamados hematíes) contienen menos cantidad de hemoglobina de lo normal.
La hemoglobina es un componente imprescindible para el transporte de oxígeno por todo el organismo y para su fabricación es necesario que existan suficientes depósitos de hierro.
Es importante tener en cuenta que la cifra de hemoglobina que consideramos normal en un análisis varía en función de la edad, y también es diferente según se trate de un chico o de una chica.
¿Qué causa el déficit de hierro?
La falta de hierro (llamada ferropenia) es una de las carencias nutricionales más frecuentes en el mundo y es la causa más común de la anemia.
La anemia por falta de hierro es la anemia más frecuente en los niños pequeños, debido al rápido crecimiento y a que comen pocos alimentos con hierro.
También en algunos casos puede existir anemia por déficit de hierro o anemia ferropénica siendo los aportes de hierro en la dieta adecuados, como por ejemplo en las siguientes situaciones:
- Por problemas de mala absorción intestinal.
- Por sangrado repetido: menstruaciones muy abundantes, sangrados nasales muy frecuentes, pérdidas sanguíneas digestivas, etc.
- En momentos de crecimiento rápido, como ocurre en la infancia y la adolescencia.
¿Quién está en riesgo de deficiencia de hierro?
El déficit de hierro puede presentarse en cualquier niño, pero hay algunos grupos que tienen mayor probabilidad para padecerlo.
Entre los bebés con mayor riesgo para deficiencia de hierro están:
- Los bebés prematuros o con bajo peso al nacer.
- Los bebés que toman leche de vaca o de cabra antes de cumplir 1 año.
- Los bebés que no comen otros alimentos que contengan hierro después de los 6 meses.
- Los bebés que consumen leche de fórmula que no está fortificada con hierro.
Entre los niños con mayor riesgo para deficiencia de hierro están:
- Los niños de 1 a 5 años que consumen más de 700 mililitros de leche de vaca, leche de cabra o leche de soja por día.
- Los niños que tienen determinadas enfermedades, como infecciones crónicas o dietas restringidas.
- Los niños que no consumen suficientes alimentos ricos en hierro.
- Los niños con sobrepeso u obesidad.
Las adolescentes también tienen mayor riesgo para deficiencia de hierro, ya que sus cuerpos pierden hierro durante la menstruación.
¿Qué síntomas podemos observar si tiene anemia?
En la mayoría de los niños, la anemia es leve, por lo que es muy frecuente que no tengan síntomas.
Si tuviera síntomas, puede aparecer palidez, fatiga, irritabilidad, falta de apetito o apetencia por productos que no son alimentos (como la tierra), retraso del desarrollo o del aprendizaje y aumento de la frecuencia cardiaca.
¿Cómo se diagnostica la anemia ferropénica?
Si un niño tiene los síntomas anteriores o se encuentra dentro de algún grupo de riesgo de los comentados antes se debe consultar con el pediatra. El profesional valorará si es necesario realizar un análisis de sangre para determinar la cifra de hemoglobina, las características de los hematíes y el estado de los depósitos de hierro.
En ocasiones, si es detectado a tiempo, solo veremos a nivel analítico una deficiencia de hierro sin llegar a presentar anemia.
¿Cómo podemos prevenir la anemia por falta de hierro?
Lo fundamental será proporcionar una alimentación equilibrada que aporte al niño las cantidades de hierro que necesita.
Los alimentos que contienen más hierro son las carnes, algunos moluscos, los vegetales y las legumbres. Por poner algunos ejemplos, algunos de los alimentos con más contenido en hierro por cada 100gr serían: almejas, berberechos y similares, cereales de desayuno fortificados, pistachos, lentejas, ostras, alubias blancas, garbanzos, espinacas frescas, sardinas en aceite, carne de ternera, carne de cordero.
Es fundamental que intente seguir algunas recomendaciones dietéticas, para garantizar que la alimentación del niño contenga suficientes aportes de hierro, como, por ejemplo:
- Se recomienda tomar carne roja (ternera, cordero, cerdo…) 2-3 veces a la semana. Algunos moluscos (como almejas y berberechos) también son muy ricos en hierro. Las vísceras (como el hígado) son muy ricas en hierro, pero no son apropiadas por su importante contenido en grasa.
- Aunque la leche de vaca es un buen alimento, no es recomendable abusar de los lácteos, ya que dificultan la absorción del hierro, por lo que debemos limitar la ingesta de productos lácteos a unos 500ml diarios.
- El hierro que tienen los alimentos de origen vegetal, como los cereales y las legumbres, se absorbe peor, pero deben estar presentes en la alimentación y formar parte de una dieta equilibrada.
- Incluye en la comida alimentos ricos en vitamina C. Éstos ayudan a que el cuerpo absorba el hierro. Los alimentos ricos en vitamina C incluyen cítricos, melón, fresas, pimientos, tomates y verduras de color verde oscuro. Úselos como condimento, guarnición o postre.
¿Cómo se trata?
El tratamiento consiste en suplementos con hierro en forma de gotas, ampollas bebibles o comprimidos. El tiempo de administración puede ser variable y depende de lo que tarden en normalizarse las cifras.
Es importante tomar el hierro medicinal preferiblemente en ayunas, con agua o zumo natural de naranja, no con leche. Un buen momento sería al levantarse, media hora antes del desayuno, pero, si habitualmente se desayuna leche, también se puede tomar antes de la merienda.
El tratamiento con hierro provoca a veces molestias digestivas, tales como dolor abdominal o náuseas. En estos casos, los síntomas pueden mejorar tomando el hierro con la comida y no en ayunas. También es normal que cambien el color y la consistencia de las heces cuando se está tomando hierro, con tendencia a presentarse más oscuras y, en ocasiones, más duras, siendo recomendado en este último caso aumentar el aporte de fibra de la dieta para contrarrestar este efecto.
Posteriormente, el pediatra realizará un seguimiento clínico y valorará la conveniencia de realizar controles analíticos para valorar la respuesta al tratamiento.
Lo normal es que el cuadro revierta sin problemas. En los casos en los que no es así el pediatra buscará otras causas que puedan estar produciendo el cuadro.
Y, como hemos comentado antes, además del tratamiento médico, es fundamental garantizar un correcto aporte de hierro en la dieta habitual, para que el niño no vuelva a presentar anemia en un futuro.
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