Los niños deben dormir las suficientes horas según la etapa de desarrollo en la que se encuentren. Así, entre los 2 y los 4 años, un niño suele dormir entre 10 y 13 horas, mientras que partir de los 6, estas se reducen entre las 12 y 9 horas, llegando a estabilizarse en la adolescencia, momento en el que este tiempo se asemeja más al requerido por los adultos.
Una falta de horas de sueño puede implicar ciertos efectos negativos que pueden dar lugar a problemas de comportamiento, accidentes o daños y problemas cognitivos de concentración, memoria o aprendizaje o trastornos del humor. Todo esto lleva a verse afectada su calidad de vida y también las relaciones entre las personas. Hay muchos tipos de trastornos de sueño que pueden afectar a la infancia y la adolescencia, A continuación, describimos algunos de los trastornos de sueño más frecuentes:
Insomnio
El trastorno del insomnio es uno de los problemas más frecuentes en los niños. Se caracteriza por la dificultad para iniciar y/o mantener el sueño, o bien la sensación de no haber dormido bien y que esto se alargue, al menos, durante un mes seguido. Podemos diferenciar dos tipos:
- Insomnio conductual: es la incapacidad del niño para conciliar el sueño si está solo, presentando resistencia y ansiedad a la hora de ir a la cama. Este es el caso de los niños que se niegan a ir a la cama a la hora estipulada o de los niños que suelen levantarse frecuentemente y buscar a sus padres.
- Insomnio por higiene del sueño inadecuado: está asociado a actividades que se realizan durante el día que son las que impiden una adecuada calidad del sueño
durante la noche (consumo de chocolate o cafeína; intensa actividad física o uso de ordenadores, consolas o teléfonos móviles).
Tratamiento:
Para tratar el insomnio en niños, existen diferentes herramientas que deben adaptarse a cada niño y cada circunstancia. Si la causa del sueño no es orgánica, es decir, no producida por ninguna enfermedad, la conducta de niños y padres puede entrenarse, para conseguir la adquisición del hábito del sueño a través de técnicas como la relajación así como mejorar los hábitos de higiene del sueño (intentar mantener unos horarios de sueño regulares, reducir el nivel de estímulos previo a acostarse, evitar siestas largas, etc). Algunos consejos para el insomnio conductual son estipular una hora de dormir exacta y no prestar atención a exigencias o rabietas; o bien negociar algún refuerzo para que el niño permanezca en su habitación, como dejar la radio puesta o una leve luz encendida, siempre sin perder la calma y la seguridad ante las posibles rabietas. Si los padres permanecéis en la habitación mucho tiempo para consolar al niño o le permitís levantarse de la cama, no ayudará a resolver la resistencia a irse a dormir. Así mismo, debemos evitar que el niño se vaya a dormir a la cama de los padres porque se despertó durante la noche ya que refuerza la conducta. El tratamiento farmacológico, como ansiolíticos o la melatonina, se recomendará si en necesario
bajo la supervisión de tu pediatra.
Síndrome de las piernas inquietas
Este síndrome se caracteriza por la necesidad urgente de mover las piernas en situaciones de reposo. Este trastorno, que afecta a un 10% de la población mundial, tiene un gran impacto en la calidad de vida del niño y puede provocarle insomnio y cansancio durante el día. Se desconocen las causas, aunque parece que hay predisposición familiar.
Tratamiento:
Siendo este un síndrome normalmente crónico y progresivo, es muy frecuente que se lleve a cabo un tratamiento farmacológico. A veces, una ingesta de hierro puede paliar los síntomas de este problema. Otros fármacos frecuentemente recetados suelen ser aquellos que aumentan los niveles de dopamina en el cerebro o relajantes musculares, entre otros. Además, ciertos cambios en el contexto pueden ayudar a aliviar los síntomas, como la relajación y los estiramientos previos, el uso de compresas frías o calientes en las piernas y el cese de la ingesta de sustancias como la cafeína.
Síndrome del retardo de fase
Este síndrome es una alteración del ritmo del sueño que comienza a manifestarse, normalmente, a partir de los 10 años y sobre todo en la adolescencia; se caracteriza por insomnio a la hora de acostarse y por la dificultad para despertarse por la mañana en el momento que toca. Como consecuencia, el niño o adolescente puede manifestar cansancio y somnolencia diurnas, bajo rendimiento escolar y/o disminución de la atención.
Tratamiento:
Es necesario crear una buena rutina de sueño para paliar este problema. Es recomendable acostarse durante la semana siempre a la misma hora, evitar siestas y crear un ambiente relajado a la hora de dormir que favorezca el estímulo del sueño: evita el uso de móviles, ordenadores, tabletas antes de ir a dormir, evita darle bebidas y alimentos excitantes, limita la actividad física intensa 1 – 2 horas antes de acostarse. Además, y no menos importante, los padres debéis de dar ejemplo con buenos hábitos de sueño.
Síndrome de la apnea-hipopnea obstructiva del sueño
La apnea del sueño es un síndrome que afecta a un 2% de la población infantil en el mundo y puede conllevar una dificultad para respirar durante el sueño, así como ronquidos y somnolencia diurna. Este es un trastorno respiratorio que se produce durante el sueño y se caracteriza por la presencia de episodios repetidos de obstrucción completa o parcial de las vías aéreas superiores durante el periodo de sueño. Este síndrome puede ocasionar efectos perjudiciales para la salud del niño incluidos problemas de aprendizaje, desarrollo e incluso problemas cardíacos. Algunas alteraciones anatómicas como amígdalas grandes o malformación craneal, enfermedades neurológicas o sufrir obesidad o reflujo gastroesofágico facilitan este síndrome.
Tratamiento:
Debido a que este síndrome suele asociarse a un aumento de las amígdalas y los adenoides, el tratamiento más utilizado es la extracción de estas en un proceso quirúrgico. También pueden recomendarse máscaras respiratorias de presión continua si se considera
necesario.
Parasomnias
Se trata de un conjunto variado de problemas de conducta con comportamiento anormales durante el sueño que suelen ser benignos y en el que existen episodios de despertar breve sin que realmente se produzca una interrupción del sueño. Algunas de las parasomnias más comunes en los niños son:
- El sonambulismo, en el que se dan comportamientos como caminar mientras se duerme. Es un trastorno del sueño muy común en niños en edad escolar, alrededor del 15% de los niños de 5 a 12 años ha presentado por lo menos un episodio de sonambulismo. Suele ser benigno y se resuelve con la edad sin necesidad de tratamiento. El niño no responde a estímulos externos y no recuerda nada.
- Los terrores nocturnos, otra de las parasomnias más comunes, sobre todo entre los 3 y los 8 años. Estos son episodios de miedo en el que se dan pesadillas excesivamente realistas. El niño, mientras está durmiendo, se incorpora bruscamente en la cama gritando y llorando, alterado y agitado. Como en el sonambulismo, el niño no responde a estímulos externos y no recuerda nada.
Tratamiento de las parasomnias en niños:
La mayoría de las parasomnias presenta un buen pronóstico, dado que son trastornos benignos que suelen desaparecer con el tiempo por sí solos, aunque puede haber episodios ocasionales durante años. Por lo general, no se requiere ningún tratamiento, pero si un trastorno persiste hasta la adolescencia o la adultez y/o es grave, puede ser necesario el tratamiento. En niños que requieren tratamiento, los terrores nocturnos a veces pueden responder a un sedante o ciertos antidepresivos.
Pesadillas
Las pesadillas son estados del sueño largos, elaborados, complejos, con aumento progresivo de la sensación de miedo o de ansiedad. El niño se despierta muy asustado y totalmente alerta. Describe y recuerda con todo detalle que el sueño que ha tenido ha sido muy angustioso y aterrador. A menudo el niño cree que lo que ha soñado ha ocurrido realmente. Las pesadillas no son una causa de alarma, a menos que sean muy frecuentes. Pueden aparecer más a menudo durante períodos de estrés o, incluso, cuando el niño ha visto una película o un programa de televisión con contenido aterrador. Los padres no podéis evitar las pesadillas, pero sí ayudarles a dormir más relajadamente, y en consecuencia esto favorece la minimización de pesadillas.
Como veis, los trastornos del sueño son muy comunes en los niños. Una atención profesional y si es necesario, un tratamiento adecuado, pueden ser esenciales para que el niño vuelva a dormir con normalidad y recuperar la energía necesaria para su desarrollo. Ante cualquier duda, consulta con tu pediatra para una mejor valoración.
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