¿Qué es?

Es una obstrucción en el drenaje de la lágrima desde su formación a nivel ocular a su desembocadura en la nasofaringe a través del conducto lácrimo-nasal.

¿En qué consiste la obstrucción congénita del conducto naso-lagrimal?

La glándula lagrimal produce lagrimas constantemente para mantener los ojos lubricados. Las lágrimas abandonan la superficie del ojo a través del sistema de drenaje lagrimal que son unos conductos muy finos que van del ojo a la nariz. Algunos bebés nacen con el sistema de drenaje obstruido en uno o ambos ojos, y el conducto debe ir abriéndose a medida que el niño crece.

Normalmente la obstrucción de la vía lagrimal en los bebés se produce en la porción del conducto que discurre por la pared nasal, en su porción final.

Si el conducto naso-lagrimal está bloqueado, las lágrimas se acumulan en la superficie ocular y llegan a desbordarse sobre los párpados y caen hacia la mejilla. Por otra parte, las lágrimas que se han acumulado en el saco lagrimal se quedan estancadas y pueden provocar infecciones como las conjuntivitis.

¿Es frecuente?

Es la anomalía lagrimal más frecuente, siendo por ello la causa más frecuente de que a un recién nacido le llore un ojo, presente hasta en un 30% de los recién nacidos. Este porcentaje es incluso superior en recién nacidos prematuros.

Aunque hay secreción de lágrimas desde las primeras horas o días de vida, no suele detectarse hasta la segunda o tercera semana del nacimiento.

¿Cuáles son los síntomas?

Su principal síntoma es un lagrimeo constante que resbala por la mejilla o que se queda entre el ojo y el párpado inferior dando un aspecto húmedo y vidrioso a modo de “ojo encharcado”.

También es frecuente la secreción o legañas sin enrojecimiento ocular, así como un reflujo de secreción de moco o aspecto de moco-pus al apretar la zona del saco lagrimal, dando el aspecto de pestañas pegadas al despertar.

Además, si el niño tiene una infección de vías respiratorias altas el lagrimeo y la secreción estancada del ojo aumentan.

¿Qué complicaciones puede tener?

Como complicaciones podrían aparecer una dermatitis secundaria por maceración de la piel por la lágrima, una conjuntivitis por sobreinfección (en la cual ya si veremos el ojo rojo) o de forma menos frecuente una infección del saco lagrimal o dacriocistitis que cursaría con dolor, enrojecimiento e inflamación a nivel inferior del canto interno del ojo.

¿Cuándo debo consultar?

Siempre que exista lagrimeo o legañas persistentes hay que consultar con el pediatra. El diagnóstico es sencillo pero la historia y la exploración clínica son fundamentales para diferenciar la obstrucción de la vía lagrimal de otros cuadros que también pueden cursar con los mismos síntomas y así establecer si es necesaria la valoración por un oftalmólogo. Ante un lagrimeo o conjuntivitis continuada o persistente en el tiempo el pediatra valorará su derivación a un oftalmólogo.

¿Cómo se diagnostica?

Se debe valorar la forma y posición de los párpados, los puntos lagrimales y las pestañas.

El diagnóstico se realiza mediante la observación de un “lago” lagrimal justo encima del párpado inferior. Debe ejercerse presión en el saco lagrimal para determinar si sale moco o pus por los puntos lagrimales.

Además, se puede echar un colirio de fluoresceína de un color amarillo anaranjado en el ojo y observar si desaparece del ojo en 5 minutos, lo que indicaría que el lagrimal no está obstruido.

¿Cómo se trata?

La mayoría de estas obstrucciones se resuelven espontáneamente en los primeros meses de vida y un porcentaje muy alto de los casos se cura con tratamiento conservador en el primer año de vida.

Este tratamiento conservador inicial incluye masajes frecuentes en la zona del saco lagrimal para forzar el paso de las lágrimas a través del conducto naso-lagrimal y conseguir abrir una pequeña membrana en el conducto que es la causante de la obstrucción. Se realiza poniendo el dedo índice en el canto interno del ojo apretando y desplazando la fuerza hacia la nariz, repitiendo esto unas 8-10 veces y realizándolo con mucha higiene. Además, hay que hacerlo varias veces al día y asociando siempre la limpieza de las secreciones con suero fisiológico desde el canto interno al externo para no introducir el material otra vez en la vía lagrimal.

Es posible que su médico le recete también gotas o pomada antibiótica en los casos de conjuntivitis asociada. Si no hay sobreinfección no es necesario el antibiótico. Con el masaje se curan solos alrededor de un 90% de los casos durante los primeros 10 meses de edad.

¿Y si no va bien?

En los pocos niños en que esto no funciona, está indicado remitir al niño al oftalmólogo para realizar un sondaje de la vía lagrimal en quirófano y bajo sedación del niño.

Una fina varilla metálica o sonda es introducida por el punto lagrimal hacia la nariz, pasando a través del conducto para así liberar las obstrucciones. Aunque no hay consenso sobre cuando realizar este procedimiento, muchos oftalmólogos prefieren esperar hasta los doce meses ya que la tasa de mejoría espontánea es muy alta. Si el cuadro es muy llamativo o presenta complicaciones se podría hacer antes.

El sondaje resuelve el problema en la mayoría de los casos, aunque también existen otros procedimientos quirúrgicos para aquellos casos en los que la respuesta no ha sido satisfactoria.

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