¿Qué es una convulsión febril?

 La convulsión febril es el trastorno convulsivo más frecuente de la infancia. El diagnóstico se realiza por la clínica y se caracteriza por ser una crisis convulsiva que ocurre coincidiendo con la fiebre, habitualmente entre los 3 meses de edad y los 6 años, sin datos de infección o inflamación del sistema nervioso central o alguna otra alteración que pueda ser causante de la convulsión.Convulsión febril

Es un proceso benigno de la infancia que afecta al 2-5% de los niños menores de 6 años, siendo excepcional por encima de esta edad. La mayoría solo la padecen una vez en su vida, pero causa una gran preocupación en la familia.

¿A qué se deben las convulsiones febriles?

Las convulsiones febriles son un fenómeno dependiente de la edad, probablemente relacionado con una predisposición genética individual y
con una vulnerabilidad especial del sistema nervioso en desarrollo a los efectos de la fiebre.

Convulsión febril

Además de la edad, los factores de riesgo más comúnmente identificados son: fiebre alta, infección viral, vacunación reciente y antecedentes familiares de convulsiones febriles.

En relación a la fiebre, las convulsiones febriles son más frecuentes en el primer día de fiebre. Los antitérmicos no parecen reducir el riesgo, lo que sugiere que la fiebre no sea la causa única y principal.

Las convulsiones pueden ocurrir antes del comienzo de la fiebre o con fiebre suave, pero habitualmente suelen ocurrir cuando la temperatura está por encima de 38,5ºC. Aun así, sigue sin estar claro, que el factor desencadenante más importante sea el incremento brusco de la temperatura y no la temperatura máxima que se alcance.

¿Cómo son las convulsiones febriles?

La mayoría de las convulsiones febriles son simples, es decir, son generalizadas, duran menos de 15 minutos, no recidivan en 24h ni tienen alteraciones neurológicas posteriores. Por el contrario, menos de un tercio son complejas, es decir, son focales y/o duran más de 15 minutos y/o recurren en 24 horas y/o presentan signos neurológicos posteriormente. Por otro lado, el estatus epiléptico febril, un subgrupo dentro de las convulsiones febriles complejas, son aquellas con una duración mayor de 30 minutos y ocurren en un porcentaje pequeño de casos.

¿Qué se necesita para su diagnóstico?

Convulsión febril
El diagnóstico es clínico y los estudios complementarios no están indicados de rutina en las convulsiones febriles simples. Se pueden realizar, en caso de ser necesario, para buscar el origen de la fiebre y en función de la situación clínica del paciente.
Entre los estudios complementarios tenemos: la punción lumbar (cuando haya signos o síntomas sugerentes de infección intracraneal), el
electroencefalograma (en el caso de convulsiones focales o prolongadas y no ante una convulsión febril simple) y los estudios de neuroimagen con unas indicaciones determinadas.

¿Debo preocuparme?

Las convulsiones febriles suelen ser procesos benignos. Pueden volver a ocurrir hasta en un tercio de los niños y depende de la edad de inicio, historia familiar y otras circunstancias asociadas a la fiebre. La probabilidad de epilepsia posterior es muy escasa tras una convulsión
febril simple, siendo algo más frecuente si ha sido compleja. Además, las secuelas neurológicas son raras tras una convulsión febril.
Así mismo, el riesgo de mortalidad por las propias convulsiones febriles es prácticamente nulo.

¿Qué tratamiento es necesario?

Los objetivos del tratamiento serán: evitar que el niño en plena crisis sufra daños, frenar la crisis que se prolongan y tratar el agente causal de la fiebre cuando proceda. Los padres debéis conocer los pasos a seguir, como la colocación del niño, y estar pendientes del tiempo de duración e, incluso, en el caso de convulsiones febriles recurrentes, tener el tratamiento en casa. La mayoría de las crisis duran menos de 2 minutos y ceden de forma espontánea. En estos casos, el tratamiento con benzodiacepinas no es necesario.

Convulsión febril

Durante la crisis siempre debéis asegurar que no haya ningún obstáculo en la vía respiratoria y colocar al niño en posición de seguridad, en decúbito lateral, no forzar la apertura de la boca y observar el tipo y duración de la convulsión. Si la duración de la convulsión es mayor de 5 minutos, sí se recomienda tratamiento con benzodiacepinas.

Si os encontráis en domicilio y ya os ha pasado en otra ocasión, lo más seguro es que dispongáis del tratamiento. Lo más cómodo y seguro para las familias es disponer de diazepam en solución rectal, cuya receta os la hará vuestro pediatra, con la dosis indicada según el peso.
Una vez controlada la crisis, el tratamiento de la fiebre con los antitérmicos habituales puede ayudar a que el niño se encuentre mejor.
Si el tratamiento se realiza en domicilio y la convulsión no ha cedido después de 10 minutos o se reinicia sin haber recuperado la conciencia, conviene acudir a un servicio de urgencias y administrar una dosis adicional de benzodiacepinas.

¿Puedo hacer algo para prevenirlo?

El tratamiento con antitérmicos no previene las crisis. No se ha demostrado que el paracetamol o el ibuprofeno tengan efectos preventivos
sobre las convulsiones febriles. Por lo que no debéis dar los antitérmicos si el niño no tiene fiebre o si mantiene buen estado general, ya que esto no va a prevenir que tenga o no una crisis, ya que, como hemos dicho, existe cierta predisposición individual.

Convulsión febrilAsí mismo, no se aconseja el uso de antiepilépticos para prevenir las convulsiones febriles, no existiendo evidencia de que su uso se asocie a un menor riesgo de convulsiones afebriles o de epilepsia posterior. En las convulsiones febriles complejas, se recomienda su uso en casos muy seleccionados y valorando individualmente.

En caso de haber presentado una convulsión febril o convulsiones febriles de repetición o que se prevean que puedan ser prolongadas, es recomendable que los padres dispongáis en casa de diazepam rectal en forma de “canuletas” de 5 y 10 mg, para frenar las crisis que duren más de 5 minutos.

Debéis aseguraros que comprendéis la forma de administración, que es muy sencilla, mantener en lo posible la serenidad y saber de que, probablemente, la crisis ceda en menos de 5 minutos de forma espontánea y, si este no fuera el caso y durara más, administrar la medicación.

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