¿Qué es?
Es la inflamación del glande (parte final del pene). Si afecta también a la piel que lo recubre (prepucio) se denomina balanopostitis.
¿Cómo de frecuente es?
La balanitis es una alteración mucho más habitual de lo que imaginamos, se estima que afecta alrededor del 4% de los niños a lo largo de su vida, especialmente entre los dos y cinco años, aunque puede afectar a cualquier edad.
Además, es más frecuente en niños pequeños con fimosis o no circuncidados.
¿Cuál es la causa?
La balanitis puede estar causada por múltiples factores.
- La causa más habitual es la falta de higiene que propicia la acumulación en el surco balanoprepucial de esmegma (secreción que producen las glándulas peneanas). Sobre todo, se trata de un problema habitual en los niños con fimosis, ya que el prepucio aún no se puede retraer, lo que ocasiona que puedan quedar acumuladas gotitas de orina y otras secreciones entre el glande y el prepucio.
- También estos mismos niños con fimosis son más vulnerables a desarrollar infecciones o lesiones en la piel como consecuencia de la retracción forzada del prepucio que puedan ocasionar la inflamación del glande, causando una balanitis traumática por un intento de despegar las adherencias del prepucio con una retracción excesivamente forzada.
- La balanitis también puede estar causada por una limpieza excesiva, lo que causa una balanitis irritativa.Se conoce que usar jabones o lociones perfumadas o que causan sequedad puede irritar e inflamar la piel del glande.
- Asimismo, son habituales los casos de balanitis por infecciones inespecíficas o de microorganismos particulares como el estreptococo betahemolítico del grupo A (EBHGA -Streptococcus pyogenes), el S. pyogenes, el Candida spp o el S. Aureus. En estas situaciones la inflamación se produce debido a una infección en la zona genital que puede afectar el glande.
¿Qué síntomas produce?
Es frecuente que curse con dolor en la zona del glande, hinchazón y enrojecimiento de la zona e incluso molestias al orinar que puede resultar bastante incómoda para los niños que la padecen.
Además, la balanitis se puede acompañar de:
- Intenso picor que resulta muy molesto.
- El prepucio se nota demasiado “apretado” al glande y cuesta retraerlo.
- Pueden aparecer manchas blanquecinas en la zona.
- En ocasiones el glande puede segregar un líquido espeso o secreción con olor desagradable.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es clínico a través de la exploración del niño y no se necesita, en general, ninguna prueba complementaria. Únicamente si se sospecha o hay dudas de si puede haber infección de orina puede que tu pediatra te solicite una analítica o cultivo de orina. Por ello siempre es recomendable consultar con tu pediatra para que pueda evaluar adecuadamente al niño e indicar el tratamiento más recomendado
¿Cuál es el tratamiento?
En la mayoría de los casos la afección se puede curar con un tratamiento tópico y una buena higiene para combatir la infección en la zona.
Se debe limpiar la zona con agua y jabón neutro y realizar las medidas de higiene adecuadas. Para limpiar esa zona se recomienda retirar con suavidad, sin forzar, el prepucio del glande para enjuagar la zona con agua limpia o suero fisiológico.
El tratamiento médico estará orientado a eliminar la causa que provoca la inflamación. Tu pediatra podrá recetarte cremas con corticoide para tratar las lesiones cutáneas y la inflamación o antibióticos de uso oral o cutáneo para los casos que cursan con una infección bacteriana. Si la inflamación está causada por un hongo, las cremas antimicóticas suelen ser la mejor elección.
Es importante tener en cuenta que, en los casos más graves, en los que la inflamación no desaparece con este tipo de tratamiento, es probable que sea necesario someter al pequeño a una circuncisión para poder mantener una buena higiene en la zona.
¿Cuál suele ser la evolución y el pronóstico?
La balanitis se recupera sin problemas en la mayoría de los casos. Con una buena higiene y el tratamiento adecuado, los síntomas empiezan a desaparecer con el paso de los días y el glande recupera su forma habitual. La afección no suele dejar secuelas. Sin embargo, hay ocasiones en las que la inflamación prolongada del glande puede causar algunas complicaciones. Por tanto, si no notas mejoría con el tratamiento, consulta con tu pediatra.
¿Cómo se puede prevenir?
Se puede evitar limpiando regularmente el glande con agua en la ducha tras retraer el prepucio con suavidad y sin forzar hasta donde llegue (recordar que el prepucio se debe volver a colocar posteriormente en su posición inicial). Si los niños son muy pequeños, los padres deben encargarse de la higiene de sus genitales, pero a medida que crecen se recomienda que les enseñen cómo hacerlo para que sean los propios niños quienes mantengan su rutina de higiene.
No se recomienda utilizar productos de higiene personal perfumados o que puedan irritar la piel del glande.
Después de asear la zona, se recomienda secar bien con un paño seco y limpio para evitar que se quede húmeda la zona.
Además, hay que recordar y enseñar a los niños a que no deben tocarse con las manos sucias dicha zona.
También se debe mantener una higiene adecuada de la ropa interior, que preferentemente será de algodón.
En bebés será importante cambios frecuentes de pañal para mantener la zona siempre limpia y seca.
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